28 enero, 2013

Los Regalos Malos


Cuando era niño, cuando creía en Santa Clause, algo que me confundía muchísimo era como él se pudiera comer todos las galletitas en el mundo y todavía había cabido en el hogar antes de que él entró. Algunas teorías que tenía eran que el hogar cambiaba, con mágica, para que el hogar le permitía. Otra teoría era ¿si era tan gordo en su traje rojo, por qué él dejaba algunas galletitas y un poco de leche en la copa? Me parecía que él necesitaba hacer espacio para las otras galletitas de los millones de niños.

Cuando tenía nueve años, durante algún día en el verano, mi padre me dijo que él era Santa Clause. Primero, no lo creía porque mi padre no era gordo y no tenía un bigote, además, él debía comer todas las galletitas. ¡Qué extraño! Pero, La Navidad el próximo año, mis padres pusieron los regalos debajo el árbol dos o tres días antes de el Día de Navidad. Me daba cuenta de que mis padres habían escrito Santa Clause en casi todos los regalos en la misma escritura de mi Madre… era obvio que ahora mi madre era Santa Clause, ¿No?

Algunos años después, acepté que los dos de mi padres eran Santa Clause, pero esta comprensión no me intranquilizó mucho cuando mis padres, cada año, no me da permiso a comer las galletitas que dejamos para Santa Clause, sólo para que mis padres comieron las cuando mis hermanas y yo nos acostamos… ¡el injusticia!


Me sentía triste, pero me alegraba porque ¡la culpa de los regalos malos sólo eran mis padres!


(fin).


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